poemas de nuestos autores
POEMAS DE GUSTAVO GÓMEZ ARDILA
TELÉFONO
En el pueblo de entonces
había un teléfono,
el único teléfono,
sujeto a una pared pública con alambres y puntillas.
Las gentes acudían a comunicarse
con alguien
más allá de los montes, de las rocas, de los ríos.
Las voces se adelgazaban
hasta alcanzar la delgadez del cable,
pero a veces los pajaritos
parados en la línea
se robaban las palabras, picoteaban las letras,
deshilachaban sílabas.
Las gentes del pueblo gritaban por el teléfono,
pero nadie las escuchaba
al otro lado,
por culpa de pajaritos
que hacían, de cuando en cuando, su fiesta literaria.
(De "OTRAS VOCES, OTROS TIEMPOS”)
LOS BESOS
Los besos de antes no salían de las alcobas.
Les era prohibido mostrarse,
desnudarse,
hacer alarde de sus intimidades.
Los besos de antes eran tímidos
-o acaso hipócritas-.
Se rasgaban la piel de los labios
jurando su inocencia.
Esperaban la oscuridad
para llenarse de apasionamiento
como si no supieran
de los ojos
de la noche.
(De "OTRAS VOCES, OTROS TIEMPOS”)
DOMINGOS
La ropa de los domingos era recién planchada,
almidonada,
lavada en el río
y secada a sol y luna. Había que ponerse
también
la mejor de las sonrisas
y una buena dosis de recatamiento
para llevar a misa.
Los domingos eran un paréntesis
-inventado por Dios-
entre tanta rutina de azadones
y padrenuestros
y cielos despejados. Los domingos
había retretas en el parque
y comienzos de novia
con apretones de mano y de miradas.
(De "OTRAS VOCES, OTROS TIEMPOS ”)
Tú
como una sombra
indesprendible.
Tormentosamente indesprendible.
(De "CANCIONES Y LEVEDADES”)
La puerta está sin cerrojo.
Hay agua fresca en la tinaja.
Cuando quieras,
sacude en el umbral
el polvo de otros caminos.
Empuja y entra.
(De "CANCIONES Y LEVEDADES”)
Tengo la certeza
de tus manos
en mi cuerpo.
Certeza de estrellas.
(De "CANCIONES Y LEVEDADES”)
Gacela luna alegre
diosa y silencio.
Cuando te pienso
el aire reverbera en la ventana.
(De "CANCIONES Y LEVEDADES”)
MIS PASOS
Los siento tras de mí. Marchan cansados
con la fatiga de los caminos
asida a esta piel
resquebrajada.
En ocasiones no los reconozco,
pero son mis pasos. No puedo negarlos.
Son míos. Enteramente míos.
Míos en el invierno y en el sol y en la tristeza.
Alguna vez me detuve
y mis pasos siguieron de largo.
Tuve que correr para alcanzarlos.
(De "MIS PASOS, TU SOMBRA Y ALGÚN GRITO”)
LA HUMEDAD DEL DÍA
Alguien juega billar, por allí cerca,
mientras yo me entretengo con tu cuerpo,
y tus gemidos son el tas-tas de mi sangre
entre tus venas. La humedad del día
se llena de gritos
que se apoderan de la habitación
y buscan otros espacios como el viento.
Alguien juega billar, por allí cerca,
mientras tu cintura se contorsiona
en los espejos.
(De "MIS PASOS, TU SOMBRA Y ALGÚN GRITO”)
LA HORA DEL RECUERDO INMÓVIL
Pequeña la terraza de ladrillo crudo. Helechos
suspicaces
alegres
cómplices de amores furtivos. Cuadros
de mujeres desnudas. La ducha
inservible y los goznes de la puerta
oxidados. Lámparas sin encender
y a lo lejos alguna canción improvisada.
Tanta pasión convertida en un recuerdo inmóvil.
(De "EL LIBRO DE LAS HORAS”)
LA GUITARRA
Envejeció la guitarra
a la espera de alguien que le arrancara melodías.
Las cuerdas reventadas,
el diapasón solitario
y la madera llena de gorgojos.
Es mucha la nostalgia acumulada
en la guitarra
sin quién le mitigue
el silencio de las horas.
(De "EL LIBRO DE LAS HORAS”)